jueves, 21 de octubre de 2010

Pero el amor, esa palabra... moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mi ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estas del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo mas profundo de la posesión no estas en mi, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (como te gusta usar el verbo amar, con que cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido por un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curaras antes que yo y eso que me queres como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mi sera cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revolver, amor que le de los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no se tomar, perdóname. Me estas alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya esta bien así. También puedo ser grosero, fíjate. Pero fíjate bien, porque no es gratuito.



e igual, así, te amo.

lunes, 11 de octubre de 2010

allegô

Sensaciones encontradas, o desencontradas. La gloria o el fracaso absoluto. El dolor, la pasión y luego después, la indiferencia.
Las elecciones diarias, la rutina... la maldita inercia. El cuerpo que aún a mi lado es lejano, y el deseo de un cuerpo que me es ajeno. El miedo, el pánico; la intolerancia, el desamor. El sabor del alma, el aroma de la superficie. El jóven impaciente, y el tiempo impasible. Las relaciones intermitentes. El dilema existencial, y el paradigma inconcluso. Elegir. En cuestiones de elegir y saber como elegir radica el problema. Se me desdibujan los esquemas en cuanto tengo que elegir.