viernes, 11 de febrero de 2011

extraños

Ultimos días de verano.
Un viernes a las siete de la tarde en puente saavedra.
General paz esta repleta de autos. Intento mirar cuantos autos hay y el sol me da de lleno en la cara. Enceguecida durante unos segundos la mente se me puso en blanco.
Son días extraños estos. Habia salido a las 6.40 del trabajo, un poco mas tarde que lo usual, y me crucé a unos patrulleros a mil queriendo llegar a cabildo. Algun robo, pensé. Despues más adelante me crucé con una ambulancia. Algun herido, pensé. O quizas no. No me interesaba demasiado. Subi a la general paz atascadisima de coches. Durante esos extensos minutos parada, entre los cientos de autos, me puse pensativa. Claro, vos decís, uno siempre piensa. Mejor dicho me puse contemplativa. Comencé a mirar a los conductores a mi lado a los ojos, clavando la mirada pero sin demasiado interés (como quien mira a lindxs muchachxs). Algunos cerraron sus ventanillas. Quizas por miedo a que les penetre un rayo con la mirada, que se yo, pero justo un tipo la cerró cuando lo empecé a mirar.
Son dias extraños estos.

Unos cuantos minutos despues bajé de la autopista. Siempre ese semáforo tarda horas, más cuando hay conglomeración de automoviles. Seguia en modo contemplativo y me encontre con algo verdaderamente extraño. Enfrente mío habia un auto gris perlado, con dos pasajeros en el asiento de atrás. Un remis. En el asiento de atrás habia un hombre de tez oscura y de mirada perdida mirando hacia atras. Al lado suyo se encontraba una mujer de rulos teñidos de rubio platino, de cabellera prominente. El hombre se tambaleaba dentro del remis, miraba hacia atras, hacia delante, hacia los costados, le hablaba al remisero, le hablaba a la mujer que ni lo miraba. Ella,0 estática en su asiento. El, borracho como una cuba (si es que las cubas se emborrachan tanto). O quizas no, quizas era un oligofrénico como hay muchos. No, no tenía problemas psiquiatricos, eso era alcohol. Un tipo verdaderamente miserable, se notaba con solo mirarlo. Y la mujer, sentada, quietisima. Yo en el fiat 600 rojo desde atrás, mirando. Cruzamos miradas con el remisero tambien, por el espejo retrovisor. Un gesto desesperado, como de desasosiego. ¿Por qué a mí? Por qué levantar a "esta gente" yo? Eso estaba pensando seguramente el remisero. O quizas no. Quizas ni le importa.
Y yo estaba contemplativa. Las realidades siempre son mas crudas cuando estoy contemplativa. Cuando es tan real, tan verdadero que asusta. Yo estaba tan contemplativa que me contemplaba a mi misma. Hace tiempo que estoy asi, mirandome desde afuera.
Miro con la cabeza, ni con los ojos ni con el alma. (el alma esta en otro lado, hacia donde miro) Con el puro raciocinio, miro. Observo. Comprendo. Todo es un objeto de estudio. Hasta el remisero enfrente mio.
Recién doblaron, los perdi de rastro.