Siento culpa. Quizás la misma culpa que siente el amante de los animales cuando come carne. Tal vez ese es el motivo por el cual se vuelve vegetariano. Piensa en ese ser vivo que siente, vive, y que se mata para el placer (porque uno come por placer, además de necesidad, seamos sinceros con nosotros mismos.)
Mi culpa no tiene nada que ver con la comida, yo soy omnívora y mi alimento es variado (agradezco tener algo que comer todos los días) Mi culpa tiene
matices humanistas. Cada vez que utilizo tecnología (de cualquier tipo, ya sea tecnología electrónica como celulares, computadoras, así como lápiceras y marcadores) pienso en el capital humano. Pienso en la telefonía celular y sus precios bajísimos, pienso en sus costos, elaboro mi pensamiento y llego a esa persona que le colocó el último tornillo a mi celular. Es de saber popular que las empresas no tienen pérdida con estos aparatecos, porque se venden como pan caliente. Pero ese manufacturador, que probablemente tenga hijos, que tambien sienten, viven, necesitan comer... ¿Qué porcentaje le quedan de los 200 pesos que pagué yo ese celular, cinco pesos? ¿Cuánta plusvalía va para el empleador? (que en este juego de comparaciones vendría ser ese que sacrifica al animal) Y todo esto ¿Para qué? Con el fin de llenarse de dinero. ¿Qué tipo de placeres extraordinarios puede cubrir ese papel? ¿Cuánto cuesta el valor agregado del obrero, del operario, al producto final? Y aún más importante ¿Quién dice cuanto cuesta? ¿Por qué el que necesita no tiene, y el que tiene le sobra? A mi manera de ver la balanza esta muy desproporcionada. ¿Por qué nos hacen ver que esta es la forma normal de vivir? Porque nos moldean las mentes desde pequeños, para que seamos esa pieza en el rompecabezas capitalista.
Me voy.
Me da culpa seguir escribiendo en esta computadora.